Por René Antezana, coordinador de Telartes, red de participación y articulación del sector cultural boliviano.
Hace ocho años en Brasil se discutió la necesidad de buscar nuevos caminos para lograr procesos de desarrollo sostenible, de liberación o emancipación que rompan con los patrones de las culturas dominantes y recuperen el protagonismo de las comunidades y pueblos en los procesos democráticos; que a su vez generen diálogo, cohesión social, integración entre diferentes que, hasta ese momento, podrían ser incluso aparentemente opuestos. Y aunque no se crea, esta discusión no se dio en ámbitos de grandes pensadores o filósofos, o en universidades o partidos políticos. Este debate se dio en el Ministerio de Cultura del Gobierno de Lula y actores culturales diversos del inmenso territorio brasileño.
Entre las conclusiones encontramos: se debe romper la relación perversa entre Estado y sociedad civil donde el Estado no está en condiciones de trabajar conjuntamente por ser burócrata/autoritario y poco afecto a la dinámica de la sociedad; asimismo se plantea avanzar a un cambio de mentalidades que permitan la emancipación paulatina de pueblos y comunidades de una nación, mediante un camino vital no frecuentado en el desarrollo sostenible: el camino de la cultura; y también, ampliar y desarrollar un nuevo concepto de cultura no sólo vinculado a las artes sino al sentido de felicidad, los pensares y sentires de la gente, a sus identidades, formas de vida, de producción y maneras de expresión, así como el de visibilizar la relación entre la cultura y economía.
A partir de asumir que la población, la gente de cada comunidad, pueblo, barrio, zonas perirubanas o del centro, está produciendo/recreando y generando cultura, formas simbólicas con las que nos identificamos y las hacemos nuestras como parte de nuestra identidad no sólo individual sino también colectiva, el Ministerio de Cultura del Brasil crea el programa "Cultura Viva" que contiene la implementación de los "Puntos de Cultura", que en términos concretos implica la financiación directa entre 30 y 40 mil dólares anuales (por tres años) de iniciativas culturales diversas en todo el país (mediante un concurso público). Este financiamiento es para sueldos, actividades y equipamiento. Los fundamentos de los Puntos de Cultura son: autonomía, protagonismo y trabajo en red. Así, en muy poco tiempo, grupos culturales sean comunitarios o urbanos, artistas y diversos colectivos, emergen del silencio y marginalidad para proponer y recuperar visiones/expresiones de un país que busca caminos alternativos al sistema dominante. Se rompe desde abajo con el paradigma perverso de la homogeneización cultural y se enlazan experiencias que enriquecen los lenguajes, las identidades y formas de expresión de pueblos y comunidades, tanto urbanas como rurales. Contribuyendo así a una forma de consolidar también la cohesión social y la democracia desde la cultura.
El Brasil asume una vanguardia con resultados impresionantes. Actualmente en este país hay más de 3.500 Puntos de Cultura y sus logros han puesto en evidencia que hay caminos alternativos para la "liberación" y el "cambio social". Se ha convertido en un modelo a seguir a nivel de todo Latinoamérica y ya es política pública también en Argentina. Bajo la iniciativa de diversas organizaciones privadas y del Estado, estará en Bolivia a fines de mayo el ideólogo de este proyecto: Célio Turino, ex Secretario de Cultura, que dará conferencias en La Paz, Sucre, Cochabamba y Santa Cruz sobre esta inédita y exitosa experiencia brasilera en cultura, desarrollo y sostenibilidad. Esté atento. Ojalá estén también algunas autoridades.
Comenta
Entradas
